Pasito a paso

El escaparate mostraba una cantidad inmensa de tipos y colores; los había negros, marrones, azules, pero también rojos con rayas verdes, crema y con dibujos; eran alargados, redondeados, en punta o acababan recortados en una forma cuadrada; luego estaban los de cuero, tela, goma...
Apartó un momento los ojos de esa exposición interminable porque un mareo repentino se apoderó de él. Tomó aire y se metió en la tienda.
Indeciso se quedó mirando alrededor sin saber qué hacer. Se sentaría a esperar que alguien le atendiese o se pasearía primero entre las estanterías como hacían los demas?. Decidió sentarse.
La silla bajita y poco cómoda lo obligaba a estirar la espalda sujetándose las rodillas con las manos y así estubo durante cinco minutos hasta que una dependienta se percató de su presencia.
- Esta acompañando a su mujer o viene a comprar? -le preguntó medio impaciente. Las dependientas de esta ciudad eran conocidas por su poca amabilidad de cara a los clientes, lo que todavía lo puso más nervioso.
- He venido a comprar...
- Y cuales se quiere probar?
- Eh... no se, cuales me aconseja usted?
Ella lo miró sorprendida, luego, como quien se acuerda de una vieja receta pensó "hay que ayurdar a los clientes..." y dando un suspiro le dijo:
- Para qué los quiere?
- Para caminar...
- Mire, yo no trabajo para que me tomen el pelo... para qué ocasiones los quiere?
- Ah... no se, para todos los días.
- Muy bien, y qué numero calza?
- No se...
- Sáquese el zapato entonces, a ver si con un poco de suerte todavía se lee el de la suela
- Que me saque el zapato? -preguntó todo apurado.
- Claro, sino como se los quiere probar después?
- Ah... claro.
Desató lentamente los cordones y se los entregó a la chica. Ella, sorprendida con un zapato en cada mano, le dió la vuelta a uno, lo miró y se fué diciendo "ya vuelvo".
Él miraba avergonzado sus calcetines, uno de cada color, que había sacado a toda prisa de la cómoda sin fijarse si eran iguales.
Unos minutos después la dependienta estaba de vuelta.
- Qué le parecen estos?
- Pues...
- Son realmente cómodos y le servirán para cualquier ocasión
- Pero... yo no sé si...
- Pruébeselos!
Diez minutos más tarde estaba en la calle. Qué facil había sido! y él que se había estado preocupando toda la semana por este momento! Ni su mujer (Dios la tenga en el cielo) ni su madre (Dios la guarde también junto a Él) le dijeron nunca lo facil que era!
Orgulloso salió paseando de camino a casa con su nuevo tesoro. Unas lucecitas rojas se iluminaban a cada paso que daba y en la caja que llevaba bajo el brazo con sus viejos y obsoletos zapatos se leía: "cámara de aire luminosa".
3 Comentarios:
eso quería yo...alguien que le diera para adelante a este pobre hombre.
Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad...
Muy bueno! Me encantó. Che, creo que va tomando forma esto, no?
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