Negrita cursiva

08 agosto 2006

Un viaje como quieras.

Los trayectos en ómnibus en Montevideo, son bastante pesados. Para una persona que está acostumbrada a tomárselos para ir a trabajar, estudiar o a lo que fuera que requiera ir todos los días en un transporte de este medio, puede (según el talante de cada persona) procesar distintos métodos para hacer ameno ese viaje. Montevideo es pequeño, pero de un barrio al centro te puede llevar media hora, 40 minutos, y no por la distancia. Puede dormirse tranquilamente, leerse un libro, escuchar música. Yo, por ejemplo, los hago por un mero conocimiento de mis partes estoicas por reconocer. Que parte de lo que soy he de mejorar para mí y para con el mundo, etc. Si, lo hago como terapia.
Igual confieso que el viaje en ómnibus tiene algo que me atrapa, una vez escuché a alguien afirmar que...”quien tiene capacidad de disfrutar el viajar, puede complacerse lo mismo con el recorrido del 60, como de un viaje a Europa...” de nada sirve viajar a grandes lugares si no nos liberamos con el paisaje.
Todo lo tomamos a sabiendas de lo que somos y en virtud de lo que queremos ser.
Así, desde la ventanilla, yo suelo ver gente caminar, parejas de la mano, con o sin hijos, ojos fijos, mentes pensando, en preocupaciones, mal humor
aislamiento, desasosiego, ganas de salir corriendo, esperanza, desolación, resurrecciones, manos abiertas, mujeres, hombres, dioses, estructuras.
Pero está claro, creo yo, las salvedades que hace nuestra visión holográfica, con respecto a las cosas, y situaciones de la vida que nos rodean. Hasta pareciera que cuando me bajo de allí, ya no se quien soy, ya no soy nada.

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